

Pedro Del Río Zañartu, nacido en Concepción, un primero de agosto de 1840, fue un filántropo, agricultor y empresario, dueño de minas en el norte y también poseedor de una flota de barcos de transporte. Fue una persona multifacética dedicada en varios ámbitos, siempre fiel a sus orígenes, viajero y gran exportador del siglo pasado. Fallece el 5 de mayo de 1918 en su residencia, en calle Tucapel.
Su enseñanza básica la cursó en el Liceo Concepción donde refuerza su formación religiosa. Luego sigue su enseñanza en Valparaíso, donde recibe una educación fundamentalmente mercantil, base de su inquieto espíritu empresarial. También va adquiriendo diversas culturas gracias a sus variados viajes y numerosas lecturas.
Uno de los rasgos a destacar de don Pedro es su progresismo, es decir, que siempre tuvo su mirada en el futuro con el fin de construir algo mejor y así lograr el éxito. Fomentó el comercio marítimo haciendo posible la importación de nuevas especies como las vacas holandesas y nuevos cultivos como té, algodón y, con especial énfasis, la remolacha azucarera. Se dedicó a la explotación de saladeros para competir con las carnes saladas que llegaban de Estados Unidos. Siempre fue observador y crítico en sus viajes y aventuras, manteniendo su afán de promover en Chile nuevas técnicas que había adquirido en sus andanzas.
Participó en el rubro empresarial con entusiasmo y perseverancia, formando así, una vida pública bastante ocupada. Llegó a ser capitán del Batallón Cívico de Concepción, socio fundador del Club Concepción y del Banco Concepción en 1871. Fue además designado subdelegado, por el Gobernador del departamento de Talcahuano.
Tuvo importantes planteamientos ecologistas. Su preocupación por la disminución de los bosques en Chile lo lleva a proponer la creación de parques y reservas nacionales, una visión que según algunos es adelantada a la época producto de sus largos viajes alrededor del mundo. Su visión se refleja en su legado del Fundo de Hualpén a la ciudad de Concepción. En vida recomendó no cortar y conservar “sus lindos bosques”, haciendo referencia a las grandes arboledas que plantó en sus terrenos rurales.
Otro rasgo destacable de Pedro del Río Zañartu fue su sensibilidad social. Dicha preocupación recaía por sobretodo en la educación, les efectos del alcoholismo y las instituciones de caridad. Su filantropía y preocupación por los más desposeídos lo llevó a donar a la sociedad de Fleteros “Pedro del Río Zañartu” un sitio para la construcción de su sede social. Al mismo tiempo, vendió en ventajosas condiciones a la Sociedad Cooperativa de Habitaciones para obreros un terreno en la que se emplazaría una población, al que en 1914 se le suman los terrenos vendidos a la Comunidad Obrera de Habitaciones “Pedro del Río Zañartu”, lo cual tomó posteriormente la forma de barrio denominado del mismo nombre. En favor del desarrollo de los estudiantes de la zona, solía invitarlos en grupos numerosos, a quienes agasajaba y ofrecía actividades deportivas y culturales. Hizo además importantes aportes en favor de la naciente Universidad penquista, donando al Comité Pro Universidad y al Hospital Clínico Regional.
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